Liderazgo, empatía y capacidad de organización son algunos de los aspectos que requiere un buen jefe.

Aunque muchos desean lograr un puesto de  mayor responsabilidad como el de ser directivo, esto no es tarea sencilla. A parte de la formación y experiencia, también son necesarias una serie de habilidades y competencias que ayuden a conciliar los intereses de la empresa y de los trabajadores.

Aquí mostramos algunas de las características que ha de reunir un buen jefe: 

- Conocer a los miembros del equipo y autoconocimiento. Es elemental que el jefe se conozca primero a sí mismo y luego a los trabajadores.

- Ver a los empleados como personas, no como máquinas. Los profesionales de una empresa son personas con una serie de proyectos individuales que se unen para alcanzar una meta común. Preocuparse por sus aspiraciones personales y profesionales puede ayudar a motivarlos.

- Fomentar el trabajo colaborativo. Beneficiarse de las sinergias del trabajo en equipo permite, junto con un mejor desempeño, alcanzar resultados más óptimos.

- Tratar a los trabajadores como compañeros (y no como hijos). Los profesionales no son personas sin cualificación o experiencia, que necesiten que alguien les diga en todo el tiempo qué es lo que se debe hacer. Fomentar la responsabilidad de cada uno puede ser la mejor forma de aumentar su compromiso e implicación.

- No crear estrellas. Uno de los errores más habituales de un jefe es convertir a un empleado en la ‘estrella’ del equipo, ya sea por cuestiones objetivas o subjetivas. El destacar a algunos miembros del grupo sobre otros, creará una sensación de incompetencia y falta de valoración en los demás que va a influir negativamente en su rendimiento. El reconocimiento y la atención no deberán concentrarse todo el tiempo en los mismos trabajadores. 

- Los trabajadores son lo primero. Lo ideal es colocar a los empleados al mismo nivel que los clientes e inversores o incluso antes porque, al fin y al cabo, son los que realmente crean valor añadido y son el motor de la empresa. Si ellos perciben esta responsabilidad y actúan en consecuencia, serán quienes impulsen la carrera del gerente, por lo que ya no tendrá que centrarse tanto en él mismo, sino en su grupo de trabajadores.

- Flexibilidad ante el cambio. Muchos empleados ven cualquier transformación como una molestia, o incluso, como un peligro. El papel del jefe debe ser demostrarles que el cambio en cuestión persigue un avance, no un retroceso, y que es necesario para seguir creciendo.

- Motivar a los empleados. Es de provecho el sacar siempre el lado positivo de las responsabilidades de cada uno. Animarlos a seguir creciendo y a ampliar su formación (tanto dentro como fuera de la empresa) puede ser sinónimo de un trabajo en equipo mucho más productivo.

- Hacer preguntas en lugar de dar órdenes. La mayoría de los jefes piensan que su trabajo solo consiste en dar el mayor número de órdenes posibles a sus subordinados. Sin embargo, cada vez que se dan unas pautas cerradas a un empleado, este perderá una fantástica oportunidad para pensar por sí mismo y crecer laboralmente. Cuando se actúa en base a una orden o cumpliendo unas directrices muy estrictas nunca aprenderán a hacer las cosas por ellos mismos. La labor de un buen gerente consiste en hacer las preguntas necesarias que hagan reflexionar al trabajador el porqué de las cosas y a que desarrolle sus propias ideas.   

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